Una tormenta perfecta para el agro | ROBERTO BISANG

5 de Mayo de 2020

 Por Juan Manuel Repetto

Roberto Bisang se refirió de este modo al impacto del coronavirus sobre el sector agropecuario, y consideró que es necesario replantear la estructura de la economía argentina.

En plena cuarentena, el sector agropecuario se prepara para levantar más de 100 millones de toneladas de granos, industrializarlos y trasladarlas hasta el puerto para su exportación, en un contexto de caída de precios internaciones de los commodities, con grandes dificultades logísticas. Así se refirió Roberto Bisang, docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA e investigador del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de Buenos Aires (IIEP UBA-Conicet), a la situación actual de un área de la economía que se destaca por generar importantes divisas para el país. “La crisis actual del coronavirus abre la puerta a replantear qué tipo de estructura queremos para la economía argentina”, afirmó.

“La cuarentena es un parate total, pero la naturaleza no para. Hay ciclos biológicos de producción que ya vienen encaminados y que son de distinta duración. La cosecha gruesa ya estaba sembrada. Con lo cual no queda otra que seguir la producción”, advirtió al participar de un ciclo de videoconferencias organizada por el IIEP para analizar el impacto del coronavirus sobre diferentes aspectos de la economía.

Bisang afirmó que el aislamiento obligatorio determinado por el Gobierno impacta fuertemente sobre el empleo, y el agro no es ajeno, sobre todo porque se trata de una actividad intensiva en servicios: Según los datos de Censo Nacional Agropecuario 2018 (CNA 2018), 80% de la cosecha gruesa se levanta con contratistas. La cifra es aún mayor en cultivos regionales, como olivos, uvas, peras y manzanas. Los trabajadores de contratistas se suman a las migraciones golondrinas, que no sólo están expuestas a la pérdida del empleo, sino también al aislamiento lejos de sus casas y al virus.

El agro se enfrenta a una baja de precios de los commodities, tras el cierre de los puertos de los principales mercados internacionales y la caída estrepitosa del petróleo. En el plano local, a estos inconvenientes se suma la bajante del río Paraná, que ralentizó la actividad del complejo portuario de Rosario. “Hay una perdida de flete del orden del 15% que no se puede llegar a cargar, con lo cual todo el sistema está ralentizado”.

El economista de la UBA aseguró que se trata de una “tormenta perfecta” y consideró que si bien las exportaciones permanecen abiertas para las producciones agroalimentarias, todos los procedimientos se encuentran demorados.

Las previsiones para la cosecha son a la baja. Se espera que finalmente se levanten unas 110 millones de toneladas, respecto de las 140 previstas inicialmente. En soja, se espera una caída por factores climáticos. En maíz no se observaron mayores caídas en los rendimientos. Los problemas se van a concentrar en el transporte, con los controles de circulación que se levantan en cada pueblo del país.

La gran incógnita es trigo, que aún resta sembrar, en un contexto de grandes complicaciones para la cadena de pagos. Las estimaciones van desde la posibilidad de repetir la gran producción de la campaña pasada, hasta una reducción del área implantada de entre 15 y 20%.  Algunos países como Rusia, Ucrania y Canadá empezaron a implementar restricciones a las importaciones para cuidar su mercado interno, lo cual puede significar una oportunidad para la Argentina. “El tema macroeconómico no es menor, porque son dólares que se deberían estar sembrando ahora y que se cosecharían en noviembre y diciembre, cuando vamos a estar más ajustados de divisas”, dijo Bisang.

Nuevo modelo

En materia de comercio internacional, Bisang sostuvo que la Argentina tendría una buena posibilidad para reposicionarse debido a que China está empezando a volver al sistema de compra de oleaginosas, Estados Unidos tiene serios problemas de abastecimiento y Brasil ya vendió su cosecha. No obstante, nuestro país debería colocar su producción con una caída de precios. La mayor baja se daría en maíz, debido a que su valor va atado al precio del biocombustible y al barril de petróleo, que están en serios problemas. También habría que considerar que, con esta caída, el precio de los fletes internacionales van camino a la baja.

Las condiciones de la demanda internacional podrían ofrecer algunas ventajas para la Argentina, como la posibilidad de llegar a un acuerdo favorable en los mercados de cerdo y aves. “Podemos pasar de ser un exportador de maíz a uno de cerdo y aves, y eventualmente avanzar en la elaboración, con una industria alimenticia que hoy está atrasada”, consideró.

Bisang también señaló que a partir del coronavirus se van a generar otros cambios en el comercio internacional: “Me parece que vamos a un modelo dominado por las buenas prácticas de producción más las de uso sanitario. Esto abre oportunidades para los productores, así como para los certificadores”, dijo, y agregó que es posible que aumente la demanda de alimentos en otros países, además de China: “También se han vuelto relevantes Indonesia, Vietnam y Filipinas, por ejemplo, que permiten complementar un modelo de exportación alimenticia para la Argentina”.

“La Argentina tiene una oportunidad a futuro de insertarse internacionalmente y localmente con una estructura productiva distinta, con un modelo de producción más sustentable”, indicó.

El investigador consideró que existen ciertas demandas consensuadas por la sociedad argentina, relacionadas con la ocupación, como elemento central de la agenda, una relocalización de la actividad productiva con una mejor asignación de recursos, una competitividad genuina y un ecosistema empresarial más equilibrado. “Esta debería ser una guía para contrapesar el modelo de reasignaciones de gasto que se está realizando para atender un problema puntual, pero que en paralelo pueda ir sentando las bases para la salida hacia un nuevo modelo”, concluyó.


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