Impacto en el mercado de trabajo | Luis Beccaria y Roxana Maurizio

20 Apr 2020
Nota de opinión en el diario Página 12

Integrante/es: Maurizio, Roxana , Beccaria, Luis Alberto

Efectos de la pandemia

No resulta novedoso que las crisis económicas impactan más fuertemente sobre la población vulnerable, con consecuencias negativas sobre la desigualdad y la pobreza. Pero a los tradicionales mecanismos de propagación de las caídas en el nivel de actividad sobre el mercado de trabajo, el aislamiento social obligatorio imprime características novedosas que agudizan aún más el panorama: un shock de oferta que inmediatamente dejó a un porcentaje elevado de los trabajadores sin empleo y sin ingresos, o con pérdida parcial de los mismos.

El contexto laboral previo no ayuda: 9 por ciento de desempleo, una estructura ocupacional en la cual sólo la mitad son asalariados formales mientras que la otra mitad se distribuye en partes similares entre asalariados informales y trabajadores independientes. De este último conjunto, alrededor del 80 por ciento son cuenta propia no profesionales (de oficio). A su vez, las remuneraciones reales promedio habían venido deteriorándose: sólo las formales, se contrajeron en 6 por ciento en 2019, luego de la caída de 5 por ciento en 2018. El salario promedio de fines de 2019 era el más bajo en los últimos 10 años. Aproximadamente la mitad de los trabajadores independientes o autónomos obtiene un ingreso laboral por debajo de la línea de pobreza individual.

Si analizamos el impacto directo e inmediato del aislamiento obligatorio observamos que las actividades económicas consideradas esenciales y que quedaron exceptuadas concentran sólo alrededor de un tercio del empleo privado. Estos trabajadores, con aquellos que puedan desarrollar sus tareas desde sus hogares, serían los menos afectados por el parate productivo. En el otro extremo, los cuentapropistas y asalariados informales de los sectores no exceptuados difícilmente generen algún ingreso. Una situación intermedia corresponde a los asalariados formales de estos últimos sectores; la posibilidad de pérdida de empleo entre ellos es relativamente menor pero enfrentarán probablemente reducciones de sus remuneraciones.

El panorama resulta aún más complejo si se tiene en cuenta que los trabajadores en actividades no exceptuadas perciben ingresos laborales muy reducidos, por debajo de la media. En particular, los asalariados informales en PyMES y los cuentapropistas no profesionales constituyen el 75 por ciento de los ocupados que tienen el 20 por ciento de ingresos más bajos.

Estimaciones preliminares dan cuenta de que alrededor del 40 por ciento del total de los ocupados enfrenta algún riesgo de pérdida de empleo, elevándose al 50 por ciento dentro del empleo privado. A su vez, ello resulta 10 puntos porcentuales más alto en las mujeres en comparación a los hombres. También es de 40 por ciento la proporción de los hogares con al menos un ocupado con riesgo de perder su puesto de trabajo; entre ellos, algo menos que las dos terceras partes tienen a todos sus miembros ocupados bajo riesgo de perder empleo.

A fin de contar con un panorama del impacto “de primera vuelta” de la cuarentena sobre los ingresos planteamos dos escenarios. El primero supone la pérdida total de ingresos laborales en el segmento de trabajadores por cuenta propia no profesionales. Ello implica una pérdida de alrededor del 50 por ciento de los ingresos totales en las familias afectadas por este shock, dejando a alrededor del 71 por ciento de ellas en condición de pobreza (antes del impacto, este porcentaje ya era del 40 por ciento). En el segundo escenario suponemos, adicionalmente, una reducción del 30 por ciento de las remuneraciones para el resto de los ocupados en actividades no exceptuadas ni desarrolladas desde el hogar. Alrededor de la mitad de los hogares estaría afectado, elevando en 16 puntos porcentuales la incidencia de la pobreza al interior de este grupo. Estos ejercicios solo pretenden dar una dimensión de la magnitud del impacto de la pandemia.

Frente a este panorama tan complejo, desde el gobierno se adoptaron medidas tendientes a proteger a los trabajadores. El Ingreso Familiar de Emergencia aparece como el de mayor alcance, por el monto de la transferencia y por la cantidad de perceptores. Estimaciones preliminares dan cuenta que el beneficio cubriría aproximadamente el 50/60 por ciento de la pérdida promedio de ingresos familiares de quienes lo reciban. Sin embargo, cabe esperar que estos impactos iniciales se propaguen debido a la contracción del nivel de actividad de algunos de los sectores exceptuados y de la persistencia de las medidas sanitarias adoptadas. Las proyecciones de caída del PIB para este año en un país con más de un tercio de su población que ya se encontraba en situación de pobreza dan una dimensión del impacto social y distributivo esperable. Por lo tanto, la magnitud del esfuerzo fiscal para aliviar estos efectos no sólo exige continuar con medidas que lleguen a la población más necesitada sino fuertes consensos para su rápida aplicación.


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